Apéndices Informativos III: Illuminatus! y el Discordianismo


APÉNDICE BETA: ¡ILLUMINATUS! Y EL DISCORDIANISMO



Por Guillermo A. Mazzucchelli





Libros dentro de libros



En ¡Illuminatus! podemos leer cientos de referencias literarias; algunas aluden a libros “verdaderos” (es decir, que existen física e independientemente fuera de la novela), otras a libros “ficticios” (existen independientemente fuera de la novela, pero solamente dentro de otras obras literarias) y un tercer grupo que se refiere a libros “metaficticios” (que existen - por el momento - solamente dentro de ¡Illuminatus!).



La metaficción es un recurso utilizado ampliamente por Shea y Wilson en la novela, y podría definirse como una ficción dentro de una ficción: un lector (por ej. usted) que lee una ficción (ej. ¡Illuminatus!) sobre un personaje ficticio (ej. Simon Moon) que a su vez lee una ficción (ej. Telémaco Estornudó, escrita por otro personaje ficticio, Atlanta Hope). Esto crea un segundo grado de ficción, o sea, el personaje ficticio1 (Simon), se nos antoja menos ficticio que el personaje ficticio2 (ej. Mickey “Cóctel” Molotov de Telémaco Estornudó).



Este recurso no es nuevo en absoluto; en Las Mil y Una Noches, Scherazade cuenta varias historias sobre personajes que cuentan otras historias (ej. Simbad); en Tlön, Uqbar, Orbis Tertius, J. L. Borges utiliza un truco similar: describe tratados filosóficos imaginarios aludidos en un pasaje ficticio de una obra real (la Enciclopedia Británica). Hay otro millar de ejemplos, pero no vienen al caso.



La metaficción tampoco se circunscribe solamente a la literatura: el cine, la televisión y la radio la utilizan en igual medida. Para resumir, el ejemplo más claro y cotidiano podemos verlo en la serie de dibujos animados Los Simpsons, donde Bart y Lisa son fanáticos de una serie animada metaficticia (es decir, que no existe independientemente fuera de Los Simpsons), Itchy & Scratchy (Tomy y Daly en la versión latinoamericana). Esto nos produce el efecto de considerar menos ficticios a Bart y Lisa que a Tomy y Daly.

Uno de los trabajos más celebrados dentro del género de la metaficción es el famoso Necronomicón, un grimorio (tratado de magia ritual) ficticio ideado por Howard Phillips Lovecraft, escritor estadounidense de relatos de terror y ciencia ficción. Dicho tratado maldito, escrito por el ficticio “árabe loco” Abdul Alhazred, es aludido copiosamente en los cuentos de Lovecraft y en los de otros escritores que formaron parte del “Círculo de Lovecraft” (Clark Ashton Smith, Robert Bloch, y August Derleth entre otros); para sumar verosimilitud, en sus escritos incluyeron algunas citas ‘transcriptas’ de la obra, y varios nombres de sus traductores, comentaristas, y editores; incluso revelan la localización de las pocas copias sobrevivientes de este libro “prohibido” y “peligroso”: según el cuento de H. P. L. The Dunwich Horror (El Horror de Dunwich), hay un ejemplar en la Universidad de Buenos Aires (¡Que tal!), otro en la Biblioteca Widener de Harvard, otro la Biblioteca Nacional de París, otro en el Museo Británico y un último en la inexistente Universidad de Miskatonic en la ciudad de Arkham (cinco, nada más y nada menos).

Cuando los límites de la metaficción se diluyen (por no estar debidamente aclarados o porque fueron borrados deliberadamente) se puede atestiguar un fenómeno singular: en la mente del lector curioso (o descreído) incita a la averiguación; en la mente del lector crédulo puede provocar la confusión de la ficción o de la metaficción con lo real. Esta confusión impulsó a varios bromistas - en clara acción discordiana - a profundizar el desconcierto: un estudiante bromista incluyó la ficha del Necronomicón en el registro de la Biblioteca General de la Universidad de California, en la sección BL 430, dedicada a las religiones primitivas. Allí, dicho grimorio fue pedido insistentemente (incluso por profesores) durante años. Se dice que Jorge Luís Borges creó una ficha sobre el mismo en la Biblioteca Nacional de Buenos Aires; también apareció una en el catálogo de la Biblioteca de Santander (España) en su supuesta versión en latín.

En ¡Illuminatus!, el Necronomicón surge como libro ficticio (cuando aparecen citas del mismo, tomadas de los relatos de Lovecraft), y como metaficticio (cuando los personajes de la novela lo consultan; ej. Joe Malik y el profesor J. N. Marsh); además, varios personajes, dioses, demonios o entes sobrenaturales tomados del tratado de Abdul Alhazred, aparecen como personajes manifiestos (Yog Sothoth, Tsathoggua, etc.) ¿Cuántos grados de metaficción hay implícitos en ese proceso?

En la novela de Shea y Wilson encontramos también otros trabajos metaficticios, escritos por personajes del libro, entre los que figuran:

El ya citado Telémaco Estornudó, y Militarismo: el Ideal Desconocido para los Nuevos Heraclitanos ambos escritos por Atlanta Hope.

Nunca Chifles Mientras Estás Meando - Una Guía para la Auto-Liberación, por Hagbard Celine, H. S., C. M. Se cita, también, su editorial: Publicaciones Verdes y Placenteras, P.O. Box 359, Glencoe, Illinois 60022.

Vampirismo, la Teoría Heliocéntrica y el Estándar del Oro - Tratado económico-filosófico escrito por el joven pensador discordiano Jorge Lobengula, nativo de la isla de Fernando Poo.

El ensayo escrito por Jim Cartwright con el inefable título de: Cómo es el Complot de los Antiguos Bávaros Conspirados y cómo planearon los asesinatos de Malcolm X, John F. Kennedy, Martin Luther King, Jr., George Lincoln Rockwell, Robert Kennedy, Richard M. Nixon, George Wallace, Jane Fonda, Gabriel Conrad, y Hank Brummer.

El libro de investigación Atlántida y sus Dioses de J. N. Marsh.

Cuando Muere un Estado por el Dr. Vulcan Troll.

Ciencia Ortodoxa: La Nueva Religión por el licenciado W. Clement Cotex.

Alusiones al escritor ficticio Edison Yerby.

Etc.

Sin embargo, más allá de la ficción y la metaficción, ¡Illuminatus! también cita muchos libros “reales”: obras que existen física e independientemente fuera de la novela (los referidos en los ‘memos’ del Proyeto Illuminati, The Dillinger Days de J. Toland, la Biblia, la Teoría de la Relatividad Especial de A. Einstein, las obras de R. Buckminster Fuller, T. Leary, C. Castaneda, y un largísimo etcétera). Dentro esta de la lista de “libros reales”, el lector descubre un par de volúmenes que en apariencia son más inverosímiles que los libros ficticios y los metaficticios. Uno de ellos es El Libro de las Mentiras de Frater Perdurabo. Dicha obra existe, y Frater Perdurabo no es más que un seudónimo (o nombre mágicko) de Aleister Crowley. Otro ejemplo es el aún más increíble Principia Discordia, citado copiosamente en la novela, que es el tratado básico (o ‘Biblia’) del movimiento discordiano, ‘religión’ “verdadera”, independiente, y anterior a la creación de ¡Illuminatus!

¡Illuminatus! y el Principia Discordia

La primera edición del Principia Discordia (o “Los Principios - o Leyes - de la Discordia) data del año 1965 (?), como resultado del nacimiento del discordianismo, ‘nueva religión’ creada a fines de la década del ‘50 por Lord Omar Khayyam Ravenhurst (Kerry Thornley) y Malaclypse el Más Joven (Greg Hill). El discordianismo, o erisianismo, puede ser definido como una religión anarquista (o una parodia de la religión, según sus detractores), como una escuela de pensamiento, o filosofía []que presenta notables similitudes con las interpretaciones absurdistas de la escuela zen Rinzai, la patafísica (creada por Alfred Jarry) y el surrealismo. El discordianismo reconoce al caos y a la discordia como cualidades deseables, en contraste con la mayoría de las religiones, que idealizan a la armonía y al orden. Las versiones disponibles del Principia on line (en inglés) son la de Loompanics (o 5ta edición, 1979) y la de Rip Off Press (o 4ta edición, 1970). La edición de Loompanics de 1979 contiene un prefacio escrito por R. A. Wilson y un epílogo de Malaclypse el Más Joven; en la de 1970 (página 00075) puede leerse un comentario breve de la historia del libro:

Siendo la 4ta edición, marzo de 1970; revisión de la 3ra edición, conformada por una tirada de 300 copias impresas en Tampa 1969; que a su vez fue una revisión de la segunda edición de 100 copias en Los Ángeles 1969; que fue una revisión de PRINCIPIA DISCORDIA or HOW THE WEST WAS LOST, publicada en New Orleáns, 1965, con una tirada de 5 copias, las cuales, en su mayoría, han desaparecido.

Ningún Derecho reservado - Reproduzca a Voluntad
(La esquela sobre la imprenta del dibujo dice “el enemigo de los tiranos, el amigo de la gente”)
El título completo de las versiones editadas del Principia es PRINCIPIA DISCORDIA, O Cómo encontré a la Diosa y qué le hice cuando la encontré: El Opiáceo Máximo de Malaclypse el Más Joven, Donde está explicado Absolutamente Todo lo que Vale la Pena Saber Sobre Absolutamente Todo. Allí, en medio de un caos de estilos (collage, sellos, manuscritos, etc.) se describen los mandatos de Eris, los ideales y ‘leyes’ de la Sociedad Discordiana, y los grados de la POEE (la Paratheoanametamisticahermandad de  - of - Eris Esotérica). Esto último, los grados, es una autocontradicción típica del discordianismo. En el Principia Discordia (PD) se detallan los ‘escalafones’ de los iniciados discordianos, siendo su grado máximo el de ‘Papa Discordiano’. Sin embargo, para los discordianos, un Papa es “alguien que no está por debajo de la autoridad de las autoridades (PD 00036)”, y al tratarse de una ‘religión’ anarquista, consideran que “cada hombre, mujer, niño o niña de este planeta es un Papa genuino y autorizado (por la Casa de los Apóstoles de Eris) (PD 00036)”
Este espíritu humorístico y contradictorio prevalece incluso dentro de los llamados ‘mandamientos discordianos’ (que, obviamente son cinco) o “Pentavómito’ (PD 00004):
  1. No hay más Diosa que La Diosa, y ella es Tu Diosa. No hay otro Movimiento Erisiano aparte de El Movimiento Erisiano. Y en todo Corazón de Manzana Dorada vive un Gusano Dorado.
  2. El Discordiano siempre debe usar el Sistema Oficial Discordiano de Numeración de Documentos.
  3. El Discordiano, durante la época de su primera Iluminación, debe salir solo y comer alegremente un hot dog los viernes. Esta devota ceremonia infringe los más conocidos paganismos del momento: los del cristianismo católico (no comer carne los viernes), los del judaísmo (no comer carne de cerdo), los del hinduismo (no comer carne de vaca), los del budismo (no comer carne de animal), y los del discordianismo (no comer hot dogs).
  4. El Discordiano no debe comer hot dogs, pues fueron el consuelo de nuestra diosa cuando luchó contra el Rechazo Original.
  5. El Discordiano tiene prohibido creer lo que lee.
Se atribuye la autoría de este ‘texto sagrado’ discordiano a Malaclypse el Más Joven (alias Greg Hill) aunque los mismos discordianos se encargaron de oscurecer ese origen. Para ilustrar lo dicho, cito la introducción a la edición de Loompanics de 1979 de R. A. Wilson (traducción G. A. Mazzucchelli):

Está sosteniendo en sus manos uno de los Grandes Libros de nuestro siglo fnord. Muchos Grandes Libros pueden ser reconocidos de inmediato por la crítica, como Ulysses de Joyce. Otros aparecen casi furtivamente y son descubiertos cincuenta años después, como Moby Dick o el fantástico ensayo de Mendel sobre la genética. El Pricipia Discordia entró en nuestro continuum espacio-temporal casi tan discretamente como un ladrón que entra por la ventana.

En 1968, virtualmente nadie había oído sobre este libro maravilloso. En 1970, cientos de personas de costa a costa estaban hablando sobre él y preguntando la identidad de su misterioso autor, Malaclypse el Más Joven. Los rumores recorrieron el país, desde Nueva York hasta Los Ángeles, y desde Seattle hasta St. Joe. Malaclypse en realidad era Alan Watts, escuchó uno. No, decía otra leyenda - Principia en verdad era obra de la Orden Sufí. Un tercer mito, muy intrigante, sostenía que Malaclypse era el seudónimo de Richard M. Nixon, quien supuestamente habría compuesto Principia… durante unos escasos momentos de lucidez. Yo disfruté cada una de estas fábulas e hice lo mío para difundirlas. También tuve cuidado de no contradecir los rumores ocasionales que afirmaban que en realidad había sido yo quien escribió toda la cosa durante un viaje de ácido.

La leyenda, el misterio, y el culto crecieron muy lentamente. Para mediados de los 70s, miles de personas estaban hablando del Principia en lugares tan remotos como Honk Kong y Australia, y como el original estaba fuera de catálogo, comenzó a circular fotocopiado aquí y allá.

Cuando publicamos la Trilogía Illuminatus en 1975, Bob Shea y yo recibimos cientos de cartas de gente intrigada por las citas del Principia con que habíamos decorado los comienzos de varios capítulos. Muchos, que habían escuchado sobre el Principia o habían visto copias, preguntaban si Shea o yo lo habíamos escrito, o si teníamos alguna copia disponible. Otros escribieron para preguntarnos si era real o era algo que habíamos inventado, como H. P. Lovecraft inventó el Necronomicon. Respondíamos de acuerdo a nuestro estado de ánimo, a veces diciendo la verdad, a veces diseminando las mentiras y mitos más terribles que podíamos idear fnord.

¿Por qué no? Sentimos que este libro era un verdadero Clásico (literatus immortalis) y, ya que la supuesta vanguardia intelectual aún no lo había descubierto, la mejor manera de mantener viva su leyenda era alentando la mitología y la controversia sobre él. La gente me preguntaba cada vez más seguido si Timothy Leary era el autor y casi siempre les decía que sí, excepto los viernes, cuando soy más extravagante, y les decía que había sido trasmitido por una inteligencia canina - formidable, fría y poco comprensiva - de Sirio, la Estrella del Perro.

Ahora, al final, la verdad puede ser dicha.

En realidad, Principia es el trabajo de un antropólogo del siglo XXIII que viaja por el tiempo. En la actualidad pasa entre nosotros como un filósofo especialista en computadoras y bon vivant llamado Gregory Hill. También tradujo varios volúmenes de poesía erótica etrusca bajo otro seudónimo, y en el siglo XVIII fue el misterioso Hombre de Negro que le dio a Jefferson el diseño del Gran Sello de los Estados Unidos.

Tengo suficiente autoridad como para afirmar que él es uno de los viajeros del tiempo más consumados de la galaxia, y que ha visitado la Tierra muchas veces en el pasado usando diferentes identidades como Zenón de Elías, el Emperador Norton, el Conde Cagliostro, Guillaume de Aquitana, etc. Cada vez que le pregunto sobre esto, él se vuelve evasivo e intenta persuadirme de que en realidad es solamente otro terrestre del siglo XX, y que mis ideas sobre su origen extraterrestre y extratemporal son ilusorias. ¡Ja! a mí no me va a engañar tan fácilmente. Después de todo, un antropólogo viajero del tiempo diría exactamente eso, así podría observarnos sin que su presencia cause un shock cultural.

Tengo entendido que consintió en escribir un Epílogo para esta edición. Probablemente contradiga todo lo que les he dicho, pero no crean ni una palabra de lo que les dice fnord. Es un maestro del engaño inexpresivo, de la sátira creíble, de las bromas filosóficas y de todas las ramas de la ontología guerrillera.

Para más beneficios a su Cabeza, este libro debería ser leído en conjunción con Los Illuminoides, de Neal Wilgus (Sun Press, Albuquerque, Nuevo México) y Zen sin Maestros de Camden Benares (And/Or Press, Berkeley, California). “Estamos operando en muchos niveles” como solía decir Ken Kesey.

En conclusión, no hay conclusión. Las cosas seguirán ocurriendo como siempre han ocurrido, poniéndose cada vez más y más extrañas.


La relación entre el Principia Discordia e ¡Illuminatus! es obvia, aunque es difusa a otros niveles gracias a lo que los discordianos llaman Operación Jode-mentes (Operation Mindfuck). La OJ es una práctica importante dentro del discordianismo. El concepto fue desarrollado por Thornley y R. A. Wilson en 1968, y fue bautizado con ese nombre por primera vez en ¡Illuminatus! Podría definirse como una campaña descentralizada de desobediencia civil activista bajo la forma de arte aplicado, graffiti, vandalismo, bromas pesadas y fraudes, cuyo objetivo es el de operar un cambio social a través del choque de paradigmas, forzando a la/s ‘víctima/s’ a cuestionar los parámetros de su ‘túnel de la realidad’.

En su libro Cosmic Trigger[1], Robert Anton Wilson describe esa relación con detalle, aquí ofrecemos un fragmento jugoso y extenso de de esa descripción:

Mientras yo experimentaba con peyote en Yellow Springs, Ohio, otros asuntos más raros se ponían en marcha en New Orleáns, Louisiana. Dos muchachos que habían servido juntos en la Marina estaban viviendo allí “coincidentemente”, sin saberlo, a unas pocas cuadras de distancia entre sí, y no se habían reencontrado. El más famoso de los dos se llamaba Lee Harvey Oswald, quien durante el verano de 1963, mientras yo tenía mis primeros encuentros con Mescalito, ordenó por correo un rifle Carcano. Lo que Oswald hizo con ese rifle todavía es materia de mucha controversia y de infinitos rumores conspirativos. El otro joven era Kerry Thornley, y se encontraba en medio del proceso de creación de una nueva religión llamada Discordianismo, la cual posteriormente se convirtió en uno de los temas centrales de ¡Illuminatus!

Las cosas sucedieron de la manera más extraña. Durante el otoño de ese mismo año, la esposa de Oswald se separó de él y se fue a vivir con Ruth Payne en Fort Worth. La Srta. Payne era la hermana de mi médico familiar. Cuando esta conexión salió a la luz, luego del enigmático suceso del 22 de noviembre en Dealy Plaza, el Materialista[2] lo consideró una coincidencia entretenida. Todavía no me había empapado lo suficiente de Jung como para llamarla “sincronicidad” (en cuanto a Kerry Thornley, no lo conocí recién hasta 1967, cuando abracé su religión discordiana y nos hicimos buenos amigos. Fue el mismo año - ‘67 - cuando algunos conspiranoicos divulgaron que Thornley habría formado parte del grupo de asesinos de Kennedy - y, de hecho, lo bautizaron “el segundo Oswald”. La teoría del “segundo Oswald” había sido sugerida por el profesor Popkin en el libro llamado precisamente The Second Oswald).

También fue en 1963 que Alan Watts, el payaso y filósofo zen, fue a Ohio para visitar a su hermana en Dayton, y pasó por nuestra granja. Llegó junto a Jano (su esposa), y fue ella quien probablemente me mencionara por primera vez el término “la Red”. La Red, según Jano, es un tejido de coincidencias (o sincronicidades) que conecta a todas-las-cosas-del-universo con todas-las-otras-cosas-del-universo.

Muchos científicos concuerdan con la opinión de Carl Jung de que el número de coincidencias asombrosas de “la Red” crece marcadamente alrededor de aquellos que se involucran con la psicología profunda o con cualquier investigación para ampliar los perímetros de la consciencia. Arthur Koestler escribió extensamente sobre esto en The Roots of Coincidence y en The Challenge of Chance. El Dr. John Lilly sugirió - de manera extravagante - que las investigaciones sobre la consciencia activan agentes del “Centro de Control Cósmico de Coincidencias” - esperemos que solo esté bromeando.

En New Orleáns, Oswald y Thornley continuaban cada cual con su vida, y en Ohio, el Narrador continuaba con la suya, pero la Red fue arrastrándonos a todos hacia lo que en ¡Illuminatus! llamamos “Operación Jode-mentes”.

Cuando John Fitzgerald Kennedy fue asesinado por Oswald y/o asesinos desconocidos, algo murió en la psique estadounidense, como señaló Jules Feiffer entre otros. Kennedy no era El Presidente Universalmente Amado - y, por supuesto, ninguno lo ha sido, ni siquiera Washington - pero era joven, guapo, culto, valiente (todo el mundo conoce la anécdota del PT-109) y viril. Las balas de Dealy Plaza desataron una conmoción de terrores primitivos sobre la psique nacional; Camelot expiró; el Rey Divino ha sido sacrificado; súbitamente nos vimos atrapados en medio de la representación de un ritual antropológico arquetípico estilo Freud-Frazer. La psique nacional viró, mareada, hacia la Capilla Peligrosa.

Entre 1966-67 publiqué algunos artículos de naturaleza subversiva en una pequeña publicación llamada The New Libertarian, y trabé amistad (por correo) con su editor, Kerry Thornley. Empezamos a intercambiar esquelas bastante extensas (Thornley estaba en Los Ángeles y yo en Chicago), sorprendidos por la afinidad de nuestras filosofías políticas - ambos nos oponíamos a cualquier tipo de violencia o coerción contra los individuos, ya fuera practicada por gobiernos o por personas que afirmaran ser revolucionarios. Ambos estábamos igualmente desencantados tanto por la Derecha organizada, como por la Izquierda organizada, y continuábamos siendo utopistas sin ninguna Utopía visible en la cual creer. También discurrimos sobre comunas libertarias flotantes en aguas internacionales, lo cual, en mi caso, dio origen a la fantasía anarquista submarina de ¡Illuminatus!

Thornley mencionó en una carta que había estado junto a Oswald en la Marina y que habían sido muy amigos. Yo le comenté que la ex esposa de Oswald estaba viviendo junto a la hermana de mi médico cuando ocurrió el asesinato. La coincidencia nos sorprendió, aunque todavía no la llamábamos sincronicidad. Eventualmente, a través de Thornley y otros libertarios de California, fui iniciado en los misterios del Discordianismo, la primera “religión verdadera”, que Thornley y Hill habían inventado en 1958. El discordianismo está basado en el culto a Eris, la diosa griega del Caos y la Confusión, llamada Discordia en la mitología romana. Como los lectores de ¡Illuminatus! ya saben bastante sobre esta fe sublime, a continuación les proporcionaremos un sumario abreviado, tomado del “Manual para los Predicadores del Discordianismo” donde Thornley escribió:

El ACERCAMIENTO SOCRÁTICO es la forma más exitosa de encarar a un ignorante. El Acercamiento Socrático es lo que llamamos exponer un argumento haciendo preguntas. Te acercas al desprevenido y simplemente le preguntas ‘¿Sabías que el nombre de Dios es ERIS, y que Él es una chica?’ Si el sujeto te responde ‘si’, entonces probablemente se trate de un colega erisiano, así que no tendría caso evangelizarlo. Si dice ‘no’ procede rápidamente con:

La AFIRMACIÓN CIEGA diciendo ‘bien, ¡Él es una chica, y Su nombre es ERIS!’ Observa sutilmente si el sujeto se muestra convencido. Si es así, tómale el juramento de admisión a la Legión de la Discordia Dinámica antes de que cambie de parecer. Si no parece muy convencido, continúa con:

El LANCE DE LA FE: ‘¡Pero debes tener fe! ¡Todo está perdido sin fe! Realmente siento lástima por ti si no tienes fe’ y luego añade:

La ESTRATEGIA DEL MIEDO, preguntándole con voz ominosa ‘¿Sabes qué les sucede a aquellos que niegan a la Diosa?’ Si el sujeto duda, no le expliques que los que niegan a la Diosa seguramente reencarnarán en unos preciosos Botones Mao que serán distribuidos entre los pobres en la Región del Batacazo (algo bastante malo, por cierto); simplemente menea la cabeza y, secándote una lágrima, procede con:

La TÁCTICA DE LA PRIMERA CLÁUSULA, donde señalas toda la discordia y confusión que hay en el mundo y preguntas ‘¿Quién crees que provoca todo esto, chico listo?’ Si él te responde ‘nadie, solamente fuerzas impersonales’ retruca inmediatamente con:

La EXPLICACIÓN MEDIANTE LA GIMNASIA SEMÁNTICA diciéndole que está absolutamente en lo cierto, y que esas fuerzas impersonales son femeninas y que Su nombre es ERIS. Si el sujeto permanece obstinadamente dubitativo, échale mano al último recurso:

El GAMBITO DEL SIMBOLISMO FIGURATIVO confiándole al sujeto que la gente sofisticada como él reconocerá que Eris es un Símbolo Figurativo de una Realidad Metafísica Inefable, que el Movimiento Erisiano es más parecido a la poesía que a la ciencia, y que si no se pone al tanto terminará reencarnando en un precioso Botón Mao que será distribuido entre los pobres en la Región del Batacazo. Luego suma la dirección del sujeto a tu lista de correo.

Uno de los primeros catmas[3] discordianos fue la Ley de los Cincos de Thornley, la cual sostiene que todo evento e incidente está conectado directamente al número 5, o a un múltiplo de 5, o a otro número relacionado de una u otra manera al 5, con la debida ingenuidad necesaria por parte del intérprete. Usualmente referimos esta aseveración a los novatos, obviando la crucial cláusula final (en letra cursiva); está en ellos descubrir que el metaprogramador y la figura son ellos mismos.

Yo añadí la ley de los 23s, tomada de Burroughs, sobre la base que 2+3=5, y los discordianos comenzaron a reportar 23s y 5s de todos lados, pasados y presentes.

Alcanzas la iluminación discordiana cuando te das cuenta de que no solo la diosa Eris y la Ley de los Cincos no son literalmente ciertas, si no que tampoco lo es todo lo demás. De los miles de millones de señales zumbantes, luminosas, y ajetreadas recibidas por minuto, el cerebro humano ignora la mayoría y organiza al resto en conformidad con cualquiera sea el sistema de creencia que sustente. Podemos elegir las señales ordenadas y organizadas y afirmar que todo fue proyectado por una Inteligencia Cósmica como los tomistas, o podemos elegir las señales caóticas y aseverar que dios es una mujer loca como los discordianos. El cerebro ajustará las señales recibidas de acuerdo al sistema de creencias adoptado… o a otra docena de sistemas.

La ateología discordiana fue volviéndose más y más complicada a medida que era trabajada y desarrollada por Thornley, Hill, y varios más que se sintieron atraídos - Robert Shea; Camden Benares (autor de Zen sin maestros); la poetisa Judith Abrahms; el psiquiatra Robert Newport; y otras pocas almas excéntricas similares. Eventualmente, Greg Hill creó una Biblia discordiana llamada Principia Discordia. Nada de esto era una parodia de la religión per se. Era un ejercicio de guerrilla ontológica - un intento de hacer visible al burro de Nasrudin. El zen según los hermanos Marx. Lo llamamos Operación Jode-mentes (nos divertíamos mucho con el discordianismo. Ninguno de nosotros había pensado todavía que la Operación Jode-mentes podía írsenos de las manos…)

Entre la primera edición del Principia Discordia, fotocopiada en la máquina xerográfica de Jim Garrison en 1963, y la cuarta edición, publicada en 1969 por Rip Off Press en Berkeley, solamente fueron distribuidas 3125 copias de ese texto discordiano básico. Sin embargo, la seña V, fue aceptada por toda la contracultura, especialmente entre 1966-70. Uno veía a cientos de miles de manifestantes usándola en la marcha contra el Pentágono en octubre de 1967, y nuevamente durante la convención democrática de 1968. Lo extraño era que virtualmente nadie que usara esa seña era conciente de que los discordianos la habíamos revivido…

El Pentágono mismo, por cierto, es un santuario sagrado del discordianismo, porque tiene cinco lados y porque la burocracia bizantina contenida allí ilustra maravillosamente la ley sociológica básica de los discordianos enunciada por Kerry Thornley en El Evangelio según Fred “Imposición del Orden = Aumento del Caos”. Yo participé en la protesta contra el Pentágono de octubre de 1967 - donde los yippies intentaron expulsar al Demonio, Yog Sothoth, cantando “¡Sal, demonio, sal!” - y todo esto en conjunto, especialmente las señas V, parecía una versión discordiana del surrealismo transformada en una nueva realidad política.

Al año siguiente los yippies presentaron a un cerdo como candidato a presidente.

Las coincidencias con el 23 también comenzaron a multiplicarse más rápidamente que la Deuda Nacional. Por ejemplo, mi primer encuentro con Malaclypse el Más Joven (Greg Hill), creador del Principia Discordia, ocurrió un 23 de abril, y, mientras hablábamos sobre eso, el vidriero, que estaba reparando una ventana rota en el apartamento, presentó la cuenta. La factura estaba numerada 05675 (5 + 6 + 7 + 5 = 23) y el precio era $ 7, 88 (7 +  8 + 8 = 23). En conmemoración de ese Triple Recórcholis, retocamos la cronología de ¡Illuminatus! para que comenzara un 23 de abril.

El discordianismo está en directa contradicción con los fundamentos monoteóricos - monoteístas de la religión occidental, la lógica occidental y la ley occidental, las cuales asumen, cada una en su terreno, que hay un solo modelo correcto que es verdadero. La gente religiosamente dogmática en el sentido judeocristiano, los lógicos que no han comprendido la demostración de Gödel, y los legistas de todo tipo, son las últimas personas en la Tierra que apreciarían la filosofía del discordianismo.

Sin embargo, de manera totalmente quijotesca, Kerry Thornley, arrastrando tras de sí todo su bagaje discordiano, insistió en involucrarse en la AsesinatodeKennedyManía de los ‘60s y fue a ver directamente a un abogado - el Fiscal de Distrito de New Orleáns, Jim “el Gigante Verde Alegre” Garrison. Lo mismo hubiera sido si hubiera recurrido a un teólogo tomista.

En 1967, luego de leer Rush to Judgment de Mark Lane, y algunos otros libros sobre el asesinato de JFK, Kerry concluyó que su viejo amigo Oswald tal vez no había sido el asesino del presidente, después de todo; quizás realmente hubo una conspiración. Inocentemente, Kerry fue a N. Orleáns y mantuvo varias charlas prolongadas con Jim Garrison, quien había abierto una nueva investigación destinada a descubrir dicho complot.

Thornley y Garrison no formaron un buen equipo, por decirlo con palabras suaves. De hecho, durante su último encuentro, se mandaron mutuamente al carajo. La ley y el discordianismo no se mezclan. Kerry abandonó New Orleáns e informó coléricamente a todos sus amigos y contactos que Garrison era un demagogo inescrupuloso que estaba organizando una cacería de brujas para entusiasmar a los crédulos e impulsar su propia carrera política. Los asistentes de Garrison contraatacaron con una serie de acusaciones ridículas contra Thornley.

Naturalmente, me vi arrastrado en la controversia. Allí fue cuando realmente comencé a comprender cuán arbitrarias son las construcciones de la realidad que crea el sistema nervioso humano estándar. La prensa del Establishment era 100% anti-Garrison y negaba todas sus acusaciones.  La prensa Underground era 100% pro-Garrison y apoyaba todas sus acusaciones. En el lenguaje de Leary, todas las señales que podían agruparse dentro de un Gestalt del Garrison “bueno”, eran transmitidas libre y omidireccionalmente en el juego del periodismo under, mientras que todas las señales que sugerían un Garrison “malo”, o inconsistente con el Garrison “bueno”, estaban relegadas eficientemente en el juego del periodismo del Establishment.

“Dios mío” se dijo a sí mismo el Libertario un día a comienzos de 1968 cuando aquello se le hizo claro “la Izquierda es tan robótica como la Derecha” (pido disculpas por mi candidez, habiendo tardado hasta 1968 para descubrir eso).

Esto ilustraba ciertamente la primera ley del discordianismo “las Convicciones crean Convictos”. Nuestras creencias nos aprisionan.

Thornley era un individuo con humor, agnóstico, y libertario, y solamente era dogmático con respecto a dos cosas: la anarquía y el pacifismo. Destruir cualquier forma de vida estaba en contra de su ética personal. Era imposible considerarlo seriamente como copartícipe de una conspiración para asesinar a alguien.

Y aún así, en la prensa underground, Thornley y otros sospechosos de Garrison fueron retratados como una extraña banda de homosexuales fanáticos nazis satanistas de la CIA. Era como una vuelta del mccartismo de los ‘50s, esta vez lanzado desde la izquierda.

En medio de todo esto, Thornley descubrió que el tejano Allan Chapman, uno de los asistentes de Garrison, creía que el asesinato de JFK era obra de los Illuminati bávaros. Y, claro, yo ya era un especialista en el tema (al menos eso pensaba), y la mención del tema por parte del entorno del Fiscal me llevó a adoptar un sistema de creencia en el cual Garrison era paranoico o demagogo, o ambos, y en el que simplemente no existía un grupo Illuminati verdadero; eran una fantasía derechista - una versión depurada de la ya gastada mitología de los Ancianos de Sión.

A pesar de que la prensa underground era absolutamente fundamentalista con respecto a su lealtad hacia las Revelaciones de Garrison, también era intensamente crédula y ávida por creer en cualquier tipo de teoría conspirativa adicional. En esa época, muchos discordianos contribuíamos con periódicos under de todo el país. Comenzamos a hacer pública a la Sociedad Discordiana publicando panfletos que ofrecían técnicas anarquistas no-violentas para transformar nuestra sociedad robótica.

Al mismo tiempo, plantamos numerosas historias sobre la arcaica guerra del discordianismo contra los siniestros Illuminati. Acusamos a todo el mundo de ser Illuminati - a Nixon, Johnson, William Buckley Jr., a nosotros mismos, a marcianos invasores, a los conspiranoicos: a todo el mundo.

Nunca consideramos esto como un fraude o como una simple broma. Lo considerábamos ontología guerrillera. Mi actitud personal era que si la Nueva Izquierda quería vivir dentro del ese túnel de realidad particular de paranoia extrema, tenían el derecho neuronal absoluto a esa opción. Vi al discordianismo como el Factor de la Broma Cósmica que introducía tantas paranoias alternativas, que uno podía elegir la que más le gustara, si es que tenía esa inclinación. También tuve la expectativa de que las personas menos crédulas, sobrecogidas por ese pastiche de posibilidades, pudieran ver a través de todo ese juego de paranoia y decidieran mutar hacia un mapa de la realidad más amplio, divertido y esperanzador.

Las revelaciones discordianas parecieron haber presionado un botón mágicko. Comenzaron a surgir nuevas revelaciones sobre los Illuminati por todos lados, tanto en publicaciones de extrema Derecha, como en publicaciones de ultra Izquierda. Algunas de estas cosas no provenían de los discordianos. De hecho, un artículo del Los Ángeles Free Press en 1969 reproducía una entrevista con una persona de color que afirmaba representar a “La Misa Negra”, un grupo afro-discordiano del que nunca habíamos escuchado hablar. Este sujeto adjudicó a la Misa Negra y a los discordianos la responsabilidad de los atentados con explosivos que habían sido atribuidos a la Weather Underground.

Otros artículos afirmaban que los Illuminati eran definitivamente una conspiración jesuítica, otros que eran sioinistas, otros que eran bancarios, etc., y acusaban a gente tan dispar como J. Edgar Hoover, Lenin, Aleister Crowley, Jefferson e incluso a Carlomagno de formar parte de la orden, sea lo que eso fuera.

Todo esto nos inspiró a Bob Shea y a mí a comenzar a trabajar en una novela gigantesca que finalmente emergió a la luz como la Trilogía ¡Illuminatus! Pusimos a los discordianos como los Chicos Buenos y a los Illuminati como los Chicos Malos en medio de una épica de traiciones convulsionadas que satirizaba las teorías conspirativas de Derecha y de Izquierda.

Cuando comenzamos a escribir, un buen augurio nos dio el visto bueno. Una búsqueda a través de los archivos discordianos reveló que el más antiguo de los libros sagrados discordianos - How the West Was Lost, de Maladypse el Más Joven (Greg Hill) - originalmente fue impreso, fuera de los horarios de oficina, en la fotocopiadora del Fiscal de Distrito Jim Garrison, durante el verano de 1963 (la novia de Greg fue secretaria de Garrison). Aquello debió suceder mientras Oswald estaba ordenando el rifle Carcano y yo estaba teniendo mi experiencia con Mescalito en el maizal; y para ese entonces ya éramos demasiado sofisticados como para considerar dicho patrón como “meras coincidencias”…


[1] Robert Anton Wilson: Cosmic Trigger I: The Final Secret of the Illuminati, 1977, New Falcon Publications. Traducción de G. A. Mazzucchelli.
[2] En Cosmic Trigger, R. A. Wilson se refiere a sí mismo alternativamente como el Materialista, el Místico, el Escritor, el Tonto, el Investigador... etc. (nota del traductor).
[3] Las otras religiones tienen dogmas, que son creencias absolutas. El discordianismo tiene catmas (en inglés dog: perro, cat: gato) que son metacreencias relativas.